Por ejemplo, no hay ningún ejemplo de que alguna mujer haya ejercido el cargo de apóstol, pastor o anciano en el Nuevo Testamento (que es donde vemos a la iglesia oficialmente establecida). Como si fuera poco, los dos pasajes más contundentes en relación a los requisitos de los pastores/obispos/ancianos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9), claramente apuntan a que los mismos debían ser varones. Esto lo concluimos no solo debido a los pronombres masculinos que se encuentran en dichos pasajes, sino que la palabra para obispo/anciano (πρεσβύτερος/presbíteros) es masculina en su género. Pero, ¿que sobre las ancianas que se mencionan en Tito 2:3? ¿Acaso Pablo no utiliza la misma palabra? No necesariamente. La palabra que se utiliza ahí ( πρεσβύτιδας/presbutis) si comparte la misma raíz que la palabra que se utiliza para anciano u obispo, pero cualquiera que ha estudiado el griego del Nuevo Testamento sabe que términos pueden significar cosas diferentes (a pesar de compartir la misma raíz) dependiendo del sufijo/prefijo en los mismos y del contexto en que se encuentra. Y el contexto de Tito 2 nos deja ver que tanto el πρεσβύτιδας del versículo 3, como el masculino del versículo 2 (πρεσβύτας/presbutas) no se refieren al término de anciano/anciana como uno de un rol ministerial, sino como uno que refleja a una persona de edad avanzada.
Por supuesto, el pasaje más contundente en relación al tema del pastorado femenino lo encontramos en 1 Timoteo 2:12 en donde Pablo prohíbe a la mujer “enseñar” y “ejercer dominio” sobre el hombre en referencia al orden en la congregación y en asuntos espirituales. Esto choca con el concepto del pastorado femenino debido a que dos de los roles principales del pastor son precisamente los de enseñar y ejercer autoridad sobre la congregación (1 Timoteo 3:2; 1 Timoteo 5:17; Tito 1:9), incluyendo obviamente los varones de la misma. Ahora muchos han tratado de desvirtuar esta interpretación de este versículo insinuando que Pablo era un machista o que él se estaba refiriendo a las mujeres paganas que “profetizaban” o ejercían “autoridad” a su alrededor, pero tales argumentos carecen de base alguna porque Pablo no está basando su argumento en algún aspecto cultural o alguna circunstancia que lo rodeaba, sino en el orden de la creación y la caída (1 Timoteo 2:13-14). En otras palabras, la base para su prohibición no es una circunstancial, sino teológica. A causa de esto (y como la Palabra de Dios no cambia), la misma no es modificable por la cultura, sociedad o eventos que nos rodean, y mucho menos por cuanto tiempo haya pasado desde que Pablo escribió la misma.
Un pasaje similar a este lo encontramos en 1 Corintios 14:33b-35 en donde Pablo, hablando del orden que debe haber en la congregación (ya que durante todo el capítulo ha estado estableciendo como se deben utilizar diversos dones espirituales en la misma), manda a que las mujeres guarden silencio en la congregación. Esto no significaba que las mismas debían estar mudas y no cruzar palabras con nadie en la misma, o que no podían hacer nada en la congregación, pues el mismo apóstol da instrucciones a las mujeres de cómo debían orar y profetizar en la misma en aquel contexto (1 Corintios 11:5-6). Sin embargo, las mismas no debían usurpar el lugar del varón en la exhortación pública en la congregación, ni ejercer autoridad sobre los mismos.
Por último, el pastorado femenino puede afectar el orden establecido por Dios en el matrimonio y lo que representa el mismo. Si la Biblia habla de que la mujer debe estar sujeta a su marido y que el mismo el líder espiritual de la misma (1 Corintios 11:3; Efesios 5:22-24), pero al mismo tiempo habla de que como creyentes debemos sujetarnos a nuestros pastores (Hebreos 13:17), ¿qué sucede en un matrimonio cuando la esposa es la pastora y la líder espiritual sobre su marido? ¿Acaso se turnan el “quien se sujeta a quien” dependiendo si están en la casa o en la iglesia? Este tipo de confusión es innecesaria y claramente se puede evitar si sigue el orden establecido por Dios para su Iglesia.
ACLARANDO ARGUMENTOS QUE SOPORTAN EL PASTORADO FEMENINO
Ahora, sería injusto de mi parte concluir aquí esta entrada sin discutir aquellos argumentos a favor del pastorado femenino (y argumentar acerca de los mismos). Las razones para justificar el mismo son diversas y los argumentos cubren desde lo absurdo hasta algunos que podrían pasar por razonables. Por lo tanto, vamos a concluir esta entrada enumerando rápidamente varios argumentos que muchos utilizan a favor del pastorado femenino y si tienen alguna validez o no.
1. “La Biblia llama a Raquel pastora” – Uno de los argumentos más absurdos que he escuchado en referencia al pastorado femenino es que como en Génesis 29:9 dice que Raquel era la pastora de los rebaños de su padre, que eso evidencia que las mujeres pueden ser pastoras hoy en día. Ciertamente la Biblia habla de Raquel como pastora…de ovejas (el animal). A menos de que ella ejerciera liderazgo espiritual y les predicara a los chivos y las ovejas mientras los llevaba a pastar (cuya respuesta obvia es no), esto no tiene base alguna en referencia a algún rol ministerial femenino.
2. “Estoy casada con el pastor, por lo tanto soy pastora” – Lamentablemente se ha desarrollado una moda hoy en día en la cual si un ministro es casado, su ministerio automáticamente se le pasa a la esposa. En NINGUN lugar de las Escrituras podemos encontrar evidencia para este tipo de pensar. El llamado ministerial es individual y no se transfiere ni por relaciones filiales o por lazos conyugales.
3. “Dios hizo tanto al hombre como a la mujer a su imagen y semejanza, por lo tanto no debería haber diferencia entre los roles en la iglesia para ambos.” Es completamente cierto que Génesis 1:26-27 hace claro que tanto la mujer como el hombre ocupan un lugar importante en la creación, siendo los únicos seres creados a imagen y semejanza de Dios. Sin embargo esto no ninguna relevancia en relación a determinar el rol de la mujer (o del hombre) en la sociedad, cultura o ministerio.
4. “Jesús les dio un lugar mayor a las mujeres durante su ministerio, rompiendo los prejuicios culturales de la época.” Yo estoy completamente de acuerdo con esta afirmación. Aun la más simple leída a los evangelios revela el énfasis de la mujer durante el ministerio de Jesús. Las mismas no eran menos que los otros discípulos y acompañaban constantemente a Jesús durante su ministerio, incluso hasta sus últimos momentos en la cruz. No solo eso, fueron las mujeres las que vieron al Jesús resucitado primero que sus propios discípulos. Sin embargo, Jesús nunca nombro a una mujer apóstol o la puso con autoridad espiritual sobre el resto de sus discípulos. El hecho de que Jesús trataba a las mujeres con respeto no significa que les dio los mismos roles espirituales/liderazgo espiritual que los otros discípulos/ apóstoles.
5. “Ahora estamos en tiempos modernos y el rol de la mujer en la sociedad es diferente.” El hecho de que ahora estamos en el siglo 21 y la mujer (en la mayoría de los casos) está libre de muchos de los prejuicios y yugos que existían en el primer siglo, no significa que las Escrituras deban leerse diferente. La Palabra de Dios no cambia, ni es dependiente de la cultura, sociedad o época para revelarnos lo que Dios nos ha dicho como iglesia. Si Dios prohibió algo siglos atrás y las Escrituras no lo han abrogado, lo mismo sigue vigente sin importar cuanto tiempo haya pasado.
6. “Gálatas 3:28 dice que todos somos uno en Cristo, por lo cual no debería haber distinciones en los roles en la iglesia.” Este versículo de Gálatas es quizás uno de los argumentos más citados a favor del ministerio pastoral femenino. Después de todo, si ya no hay hombre o mujer, judío o gentil ante Dios, ¿Quiénes somos nosotros para hacer distinciones? Por supuesto, lo que estas personas ignoran (o deliberadamente olvidan) es que este pasaje no está hablando de roles culturales, sociales o ministeriales, sino de nuestro lugar ante Dios en Cristo Jesús. En Cristo no hay distinción entre judío o gentil, esclavo o libre, mujeres hombre, porque todo aquel que ponga su fe en Cristo es hijo de Dios, sin importar distinción alguna. Aparte que, si ahora no existiera distinción de roles entre creyentes, Pablo se estaría contradiciendo así mismo (y estaría perdiendo el tiempo) al dar instrucciones acerca de cómo debemos ejercer nuestros diversos roles en la sociedad o en la iglesia (Efesios 4:11-12; Efesios 6:1-9; Colosenses 3: Tito 2).
7. “Dios me llamo a ser pastora.” Este es otro de los argumentos comunes en este tema, apuntando a una revelación especial o personal de Dios con esa persona (que es imposible que alguien fuera de esa persona pueda saber si es cierta o no) para respaldar/evidenciar su llamado. Sin embargo, lo que sí sabemos es que Dios no se contradice a sí mismo y que su Palabra no cambia. Si la Biblia no autoriza el ministerio pastoral femenino, no importa cuántos llamados “especiales” e “individuales” digas tener, el mismo no es un llamado de Dios; es simplemente una manifestación de un deseo reprimido interno.
8. “La Biblia reconoce a varias mujeres que laboraron con Pablo en la obra del ministerio.” Es cierto que en varias partes del Nuevo Testamento el apóstol Pablo menciona a diversas mujeres como colaboradoras en la causa de Cristo y dignas de ser comendadas por su servicio a Dios (romanos 16:1-3, 6, 12; Filipenses 4:2-3), pero el apóstol nunca menciona que alguna fuese pastora de alguna iglesia. Y como la pregunta no es si las mujeres pueden/ no pueden servir en la causa de Cristo, sino si pueden/no pueden servir como obispas/pastoras sobre el rebaño del Señor, el hecho de que Pablo reconozca a diversas mujeres por su servicio públicamente es un argumento nulo en referencia al tema del pastorado femenino.
9. “Febe era diaconisa.” Otro argumento común que se utiliza es el hecho de que una mujer es reconocida como diaconisa por Pablo en el último capítulo de la epístola a los Romanos. Y mi respuesta al mismo es que el ministerio diaconal y el ministerio del obispo/pastor/anciano son dos ministerios completamente diferentes. No solo eso, sino que no hay ninguna prohibición a que alguna mujer ejerza dicho cargo en todo el Nuevo Testamento (todo lo contrario, el apóstol Pablo hasta da los requisitos necesarios que una mujer debe tener para dicho rol en la congregación en 1 Timoteo 3:11). Y debido a que el enfoque del diaconado es cubrir las necesidades físicas del cuerpo de Cristo y no ejercer autoridad sobre el mismo o enseñar/predicar la Palabra (como el pastor o anciano), el ejemplo de Febe no es uno valido para decir que Pablo auspicia el ministerio pastoral femenino o que lo permite.
10. “Priscila era pastora junto a su marido.” Dos figuras importantes que activamente servían en la causa de Cristo y laboraban con Pablo durante su ministerio fueron el matrimonio de Priscila y Aquila (Romanos 16:3). Ahora, debido a que comúnmente el nombre de Priscila aparece primero que el de su marido, algunos (absurdamente) han propuesto que ella era la líder espiritual de la casa y que era pastora junto a su marido. Esto por supuesto queda sin base alguna al ver que en Hechos 18:2 y 1 Corintios 16:19 se le da preeminencia al nombre de Aquila sobre el de Priscilla, haciéndonos ver que el orden en que se escribieran los nombres no tenía significancia espiritual alguna. Segundo (porque este es otro argumento a favor del pastorado de Priscila), el hecho de que una iglesia se congregara en la casa de este matrimonio (1 Corintios 16:19) no significaba que ninguno de los dos eran pastores (de hecho en el primer siglo las iglesias se reunían comúnmente en casas, muchas veces de algún creyente con cierto grado de facilidad económica, para tener sus servicios y evadir la persecución publica que les asechaba en esa época). Por último, el hecho de que ambos hubiesen instruido a Apolos debido a su conocimiento incompleto acerca de Jesús (Hechos 18:24-28) no significa que eran pastores o que estaban ejerciendo autoridad sobre él; simplemente lo estaban discipulando (juntos como matrimonio) para que tuviera un conocimiento completo de quien era Jesús y lo que había sucedido, y pudiese servir a Cristo más efectivamente.
11. “Débora era una jueza y ejercía autoridad en Israel tanto sobre mujeres, como hombres. “La figura de Débora (Jueces 4-5) es prácticamente el argumento principal que muchas que afirman el pastorado utilizan para validar su argumento. Sin embargo, debido a que el rol del pastor no es igual al rol del juez del Antiguo Testamento, ese argumento carece de base en referencia a la iglesia moderna. El rol del juez era el de ser líder nacional y militar de Israel, y preceder legalmente sobre los asuntos del pueblo (ejerciendo justicia sobre aquellos que quebrantaban la ley de Dios). El mismo también servía como libertador del pueblo cuando Israel era entregado a sus enemigos debido a su desobediencia a Dios. Como si fuera poco, el caso de Débora fue la excepción a la regla en vez de ser considerado como la norma, debido a que fue la única jueza mujer entre todos los demás jueces durante ese periodo de tiempo. Ahora, el argumento que muchos utilizan es que Débora era también una profetiza, lo cual me lleva al siguiente punto.
12. “En la Biblia había diversas mujeres que profetizaban en el nombre de Dios.” Siguiendo la línea del argumento de Débora, otro argumento popular para apoyar el ministerio pastoral femenino es que a través de la Biblia se muestran diversas mujeres que profetizaban en el nombre de Dios. Y esto es completamente cierto; tanto en el Antiguo Testamento (Éxodo 15:20-21; 2 Reyes 22:14-20; Jueces 4:4), como en el Nuevo Testamento (Hechos 21:9) podemos ver no solo a hombres, sino a mujeres que eran profetas en el nombre de Dios. Sin embargo, hay que entender que el rol del profeta y el pastor/anciano en la Biblia no son lo mismo. El profeta, a pesar de los roles diversos que ejecutaron a través de la historia de Israel, era prácticamente un oráculo de Dios. El mismo recibía revelación acerca de que Dios quería decirle al pueblo (ya sea revelación nueva, juicio, eventos futuros, promesas, etc.) y llevaba las palabras de Dios al pueblo, ya fuera por iniciativa propia o que alguien venía a consultarle. Fuera de algunos pocos (como Samuel), la mayoría no ejercían un cargo de autoridad sobre el pueblo (la autoridad de Débora venia por su rol de juez sobre Israel), ese cargo siendo ocupado por el rol del rey de Israel que estuviese en ese momento y en el área espiritual por el sumo sacerdote.
En el Nuevo Testamento las cosas eran un poco diferentes. Debido a que Juan el Bautista fue el último profeta y Jesús cumplió la profecía de Deuteronomio 18:15-18 del gran profeta que había de venir y al que debían escuchar, el oficio de profeta queda prácticamente anulado en las páginas del Nuevo Testamento. En vez de esto lo que vemos de vez en cuando es a creyentes (hombres y mujeres) ejerciendo el don de profecía para la edificación de la iglesia. La razón de esto es clara; no solo tenían el Antiguo Testamento solamente (de modo que la revelación de Dios para la iglesia no estaba completada aun), sino que la mayoría de la iglesia naciente estaba compuesta de gentiles que ni siquiera conocían o tenían acceso al mismo. Por lo tanto Dios le otorgó a diversos hombres y mujeres el don de profetizar en su nombre para que pudieran revelar a la iglesia lo que Dios había hecho en Cristo Jesús y creer en su nombre, mientras su revelación era completada para su iglesia. Sin embargo, el rol del pastor va un poco más allá que el del profeta. El mismo no solo proclama lo que Dios ha revelado en su Palabra (a través de las Escrituras), sino que también tiene que interpretar y aplicar la misma para edificación y el crecimiento de la congregación. Aparte de esto, el pastor no solo tiene un rol de autoridad espiritual sobre la congregación, sino que es responsable por la misma ante de Dios de una manera que el profeta jamás lo fue con Israel. Esto nos deja ver que aunque ambos roles tienen ciertas similitudes, los mismos no son idénticos, por lo tanto no debemos utilizar uno para ver que se permite/no se permite hacer en el otro.
Autor: Arnaldo J. Burgos
FUENTE: sitio web "Bajo la luz de Tu verdad"