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“Los gobernantes son rebeldes y amigos de bandidos. A cambio de dinero y de regalos declaran culpable al inocente. Maltratan al huérfano y niegan ayuda a las viudas” (1: 23). “Los gobernantes engañan a mi pueblo, y lo llevan por mal camino; hasta las mujeres y los niños gobiernan y abusan de la gente” (3:12).

“¡Qué mal les va a ir a ustedes! Dicen que lo malo es bueno y que las tinieblas son luz. También dicen que lo amargo es dulce. ¡Qué mal les va a ir a ustedes! ¡se creen muy sabios y muy inteligentes. ¡Qué mal les va a ir a ustedes! ¡ Para beber vino y mezclar licores son unos campeones! ¡Pero, en realidad son todos unos corruptos! Por dinero dejan en libertad al culpable y no respetan los derechos del inocente” (5: 20-23).

“¡Qué mal les va a ir a ustedes los que inventan leyes insoportables e injustas! ¡Ustedes no protegen a los débiles ni respetan el derecho de los pobres, maltratan a las viudas y les roban a sus huérfanos! ¿Qué harán cuando Dios les pida cuenta de lo que hacen? ¿Qué harán cuando Dios les mande el castigo que merecen? ¿A quién pedirán ayuda? ¿Dónde esconderán sus riquezas?”. (10: 1-3).

“Este pueblo dice que me ama, pero no me obedece; me rinde culto, pero no es sincero, ni lo hace de corazón”. (29:13).

“¡Qué mal le va a ir al los que traten de esconderse para que Dios no los vea cuando hacen sus planes malvados! ¡Qué mal les va a ir a los que andan diciendo: Nadie nos va a ver, nadie se da cuenta!” (29: 15).

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Dios cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió la boca...” (todo el capítulo 53 profetiza a Cristo).

Hoy que se aparecen tantos falsos profetas, es bueno recordar que Isaías profetizó en Judá, probablemente entre el 740 al 680 AC, es considerado el más grande entre los profetas israelitas. A pesar de su ubicación en el tiempo, fue quien anunció con mayor profusión la venida de Cristo. Isaías describe con hermoso lenguaje los designios de Dios, la creación del universo y hasta predice el futuro. Ninguna nación del mundo escapa a sus predicciones, leyéndolo puede comprobar que muchos de los mensajes para ese “porfiado pueblo judío que insistía repetidamente en alejarse de Jehová”, son perfectamente aplicables hoy a nosotros como pueblo. Si no me cree, le invito a leer en el Antiguo Testamento los respectivos pasajes.

No hay espacio para seguir escribiendo; lo escrito corresponde solo a una mísera muestra de la grandiosidad del gran Isaías profeta.

Autor: Helmut Schatte

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