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Exodo 14: 21-22

“Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda”


Desde que era niña siempre me imagine de una forma fabulosa como fue que el Pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo. Me imagine a la gente admirando las aguas mientras pasaban a través de ellas, claro, con el paso apurado pues el miedo de que el faraón venía tras ellos era latente, pero los imaginé felices, pues caminaban hacia la Libertad.

¿Qué es entonces la Libertad? Muchos la definen como una propiedad de la voluntad por medio de la cual las personas tienen la capacidad de elegir y de actuar. El Pueblo de Dios estuvo durante 430 años esclavizado por los egipcios(Ex 12:40), privados de la Libertad, todo ese tiempo sufrieron muchas calamidades, castigos, maltratos, etc. Esa es la vida que debe vivir un esclavo, porque no tiene la propiedad o capacidad de elegir o decidir que hacer o no hacer. Así vive una persona que está cautiva por alguien o por algo.

Yo pienso que el Pueblo de Dios estaba acostumbrado a vivir en esclavitud, muchos de ellos nacieron en esa condición, es decir, no tenían ni la más minima idea de lo era ser libres.

Me pregunto: ¿Sabes tú, lo que es ser Libre? ¿Tú eres Libre? O ¿Existe algo que te ha mantenido cautivo durante años?

Hay muchos hábitos y costumbres que una persona puede llegar a tener y por el hecho de ser tan repetitivos su mente puede engañarle y decirle que no es malo sino una necesidad. El hecho de mentir, manipular a otros, y hasta hábitos ocultos, se pueden llegar a convertir en nuestros amos y por consiguiente seriamos nosotros sus esclavos. Estas conductas o situaciones que nos atan de tal forma que no hallamos salida, sabemos que estan mal pero no hacemos nada por librarnos de ellas.

Al pueblo de Israel luego de muchos intentos y oposiciones por salir de Egipto, Dios le dio la victoria sobre su más fuerte enemigo y seguido de eso, la Libertad que ellos tanto anhelaban tener.

Ese mismo Dios de ayer es el Dios que nos ha hecho más que vencedores por medio de Él, solo confesando nuestra falta delante de Él y apartandonos de esos hábitos es como podemos hallar y caminar hacia la verdadera Libertad. Caminar como lo hizo el Pueblo de Israel, felices, porque fueron muchos años prisioneros pero Dios no los olvido, dice La Biblia que Dios escuchó sus oraciones y obro a favor de ellos. Pues ese Dios puede hacer lo mismo por ti.

Si aún no haz hecho nada por recuperar tu libertad, te animo a que desde ahora mismo le pidas a Nuestro Señor Jesucristo que te llene de mucho valor, aunque el enemigo te pise los pasos pues no dudes que, de ser necesario, el mismo Señor abrirá grandes mares e incluso te llevará en sus brazos para que puedas liberarte de esas ataduras que te oprimen.

Desesperadamente anhela y pidele a Dios tu libertad, para que ya no cuentes los años que estuviste cautivos sino los años de LIBERTAD EN CRISTO JESÚS.

“Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado… Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud A causa de mis enemigos.” (Salmo 27:3,11).

Autora: Lidia Tapisquen
Escrito para: Ministerio Vivo Para Cristo

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