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El título semeja estación del Metro, pero muy lejos de ello, se trata de graficar algo que los hombres en su óptica tan corta, pretenden establecer como únicas opciones de elección, así han acuñado la conocida frase del “ni chicha ni limonada”, como si esas dos fuesen las opciones exclusivas en cuanto a bebidas se refiere, la verdad es que en la única oportunidad en que esto vale, es solo cuando se refiere al bien y al mal, y el único con la autoridad para sentenciar “si no estás conmigo, estas contra mi” es Dios.

No existe en la creación algo mas peculiar que el hombre, no solo por poseer intelecto, sentimientos y voluntad, sino que muy en especial por ser único en un espacio de universo, grande para nosotros pero de verdad pequeño, con la particularidad de ser el más impredecible entre todos sus vecinos en la escala animal; al menos esas “bestias inferiores” actúan siempre bajo un patrón predeterminado por sus instintos, con esa programación que Dios Padre les dio para subsistir como especie en perfecta armonía con su ecosistema, como paradoja, el hombre de “inteligencia superior” puede dominar sus instintos para ejecutar los mas sublimes actos de nobleza, hidalguía o generosidad, o en su extremo opuesto: capaz de cometer los actos de la mas vil felonía, miseria, egoísmo y hasta autodestrucción, en buenas cuentas es el único ser en la creación conocida que goza de libertad para escoger su camino, el único capaz de empinarse por sobre su naturaleza o hundirse en los abismos de las criaturas mas primitivas.

Cuando el hombre pensante adquiere conocimientos y hábitos tiene dos alternativas claras: se cree todopoderoso, atribuyéndole a la ciencia el supremo papel de regulador y creador de todo el universo, o en contraposición, quien adquiere mas allá del conocimiento sabiduría, comienza por percatarse de lo insignificante de su existencia y conocimiento ante la infinita majestuosidad de la creación, empieza por reconocer la estúpida presuntuosidad de los humanos que se autodenominan “inventores”, en circunstancias que aquellos “inventores” no pasan de ser “descubridores” de una verdad que estaba oculta para los ojos humanos, pero no por ello no existían u operaban, esas verdades semejan una infinidad de cajas continentes de respuestas a todo lo que ignoramos, ¿cuantas cajas con respuestas faltan por abrir?, ¿Quién puede decirlo?, el único que puede dar respuesta a todas estas preguntas es uno solo: el Creador.

En su soberbia hay hombres que juegan a suplantar a Dios, reclamando poseer la verdad absoluta, como si apoyar su pensamiento o adversarlo fuese el equivalente a elegir entre el bien y el mal. Otros dicen reconocer a Dios como Padre y Creador, pero lo construyen “a la medida”, lo ven de acuerdo a lo que quieren ver, conforme a lo que les acomoda y conviene, manipulan su Palabra y la fragmentan invocándola fuera de contexto, forjan dioses perseguidores, dioses permisivos, dioses festivos, dioses protectores, hasta hombres dioses, ¿será Dios algo amorfo?, ¿fortuito ?, ¿mutante?, ¿acaso sus obras lo muestran así?.

Autor: Helmut Schatte

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