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Salmos 42:5

“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.”


Existen muchas razones por la cual nuestra alma puede llegar abatirse, una de ellas pudiera ser la soledad, la tristeza, la frustración, sentir que oramos y no vemos la respuesta inmediata a nuestra petición, en el libro de los proverbios podemos encontrar versículos como; “El corazón alegre hermosea el rostro; más por el dolor del corazón el espíritu se abate”.

Con frecuencia cuando nos sentimos afligidos, angustiados por causa de las luchas y las pruebas esta pregunta siempre surge con frecuencia en nuestras vidas ¿Por que te abates, oh alma mía y te turbas dentro de mí?

Hay momentos en donde se nos hace difícil esperar en Dios sobre todo cuando a nuestro alrededor las cosas no salen como deseamos, cuando nos vemos envueltos en tantas injusticias y sentimos que el trato que nos dan no es el que nos merecemos.

Es allí donde nuestra alma empieza abatirse, a turbarse, para ser sincera es un poco difícil adorar a Dios en medio del dolor cuando nuestro corazón se siente herido, lastimado, afligido y angustiado, pero por experiencia personal y con plena conciencia de lo que les digo, les puedo asegurar que cuando logramos adorar a Dios aun en medio del dolor nuestra adoración se convierte en un arma poderosa llegando al trono de Dios y haciendo temblar el infierno, la razón es que nuestra adoración mueve las manos de Dios haciendo romper las cadenas.

Querido lector, por más abatida y angustiada que pueda estar nuestra alma debemos esperar en Dios y alabarle aun en medio del problema.

El salmista David desde muy joven se vio envuelto en medio de tantas luchas y dificultades, el cuidar las ovejas de su padre Eli lo llevaba a tener que enfrentarse a las fieras salvajes que quisieran atentar con las vidas de las ovejas, tuvo que luchar con el gigante Goliat, enfrentarse a las constantes persecuciones del Rey Saúl quien por envidia buscaba su vida para matarlo. El resultado de todos esos momentos difíciles en los que se vio envuelto fue una hermosa y gran victoria que con el tiempo lo llevaría a convertirse en el 2° Rey de Israel, es cierto que con el reinado aumentaron sus aflicciones, sus luchas, así como también aumento su confianza en Dios, el sabia que Dios era más grande que sus problemas y aun en medio su aflicción el pudo encontrar un refugio seguro, pues el estaba convencido de que las aflicciones del tiempo presente no eran comparables a la gloria venidera que en el habría de manifestarse.

El salmista David estaba convencido que mejor era estar un día en la presencia de Dios que mil años fuera de ella.

Amado hermano todos los momentos difíciles que atravesamos en nuestras vidas Dios los permite con el propósito de hacernos crecer, recordemos que nosotros somos oro fino y el oro tiene que pasar por el fuego para que así pueda brillas y yo se que al final de este fuerte proceso alcanzaremos la victoria.

No importa la prueba que podamos estar atravesando, debemos esperar en Dios, confiar plenamente en su palabra pues el siempre tiene el control de todas las cosas.

En la Biblia encontraremos que muchas de las victorias obtenidas por el pueblo de Dios, fueron a través de la alabanza, y un ejemplo de ello fue cuando cayeron los muros de Jericó.

Amigo lector si aun no has conocido al Señor Jesucristo, te invito a que le abras las puertas de tu corazón y le permitas entrar en tu vida, para que así nuestro amado Salvado pueda cambiar esa tristeza en gozo.

Autora: Iliana Aguilera
Escrito para: Ministerio Vivo Para Cristo

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