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De alta demanda en el mundo actual y especialmente en Venezuela, deseada por la mayoría de sus ciudadanos, más escasa que la kriptonita, más codiciada que el oro, más buscada que la propia suerte, tiene nombre corto de sólo tres letras: Paz. Hay quienes afirman que para tener paz hay que prepararse para la guerra, ¿tiene eso sentido? ¿puede llamarse “pacificador” quien se prepara para el combate?

Eso suena como decir que para encontrar la verdad hay que mentir, guerra y paz son estados opuestos, contradictorios, que se niegan el uno al otro, quien predique tal cosa mas bien encaja en la descripción de Mateo 7:15 : “Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”.

Para conseguir la paz es preciso ser manso, ¿será que la palabra manso induce a error?, el diccionario dice de ella: “de condición benigna y suave”, los seguidores de Jesucristo tenemos órdenes claras al respecto: “Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres”. (Tito 3:2). El apóstol Santiago pregunta y responde: “¿Quien es sabio entre vosotros?, muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” (3:13).

Algunos mal informados creen ver en la mansedumbre una actitud de cobardía o estupidez, algo así como un bobo que no se inmuta ante lo que le suceda, esa creencia está muy alejada de la realidad: Jesús mostró una mansedumbre a toda prueba, pero echó “a patadas” a los mercaderes del templo y no quiso reducir a polvo a quienes lo injuriaron y ultrajaron. La mansedumbre como fruto del espíritu está mencionado en Gálatas 5, allí se hace distinción, entre esas “obras de la carne”, que provienen de lo terrenal y que se oponen a las “obras del espíritu” que provienen de Dios, claramente descritas: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”, Gálatas (5: 19-21) . En contraposición las obras del espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).

Quien se dice cristiano debe ser pacificador, así lo establecen: Mateo 5:9: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Lucas 6:27: “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen”, exaltado claramente en Gálatas 5:23: “mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

Apelo a su inteligencia: aquí tiene el patrón que proviene de Dios para aplicárselo a todo aquel que dice respetar su nombre, la palabra no admite interpretaciones particulares.

Autor: Helmut Schatte
Escrito para: Ministerio Vivo Para Cristo y Diario El Tiempo

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