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La conclusión es fácil: Todo funciona en su óptima condición si se siguen las normas establecidas por el fabricante. Por ello, si aceptamos ser criaturas de Dios, no podemos negar que nuestras vidas funcionarían perfectas siguiendo las instrucciones dadas por quien nos diseñó: Dios Padre.

En nuestra vida hay un aspecto ineludible: el crecimiento, de hecho el hombre en su aspecto físico viene al mundo como un bebé, después es niño, luego adolescente para llegar a lo que llamamos adulto, en otras palabras a la madurez. Pero no somos solo cuerpo, también somos espíritu y ese espíritu debe crecer, el autor de Hebreos nos dice en su capítulo 5 :12-14: “Con el tiempo que llevan de haber creído en la buena noticia, ya deberían ser maestros. Sin embargo todavía necesitan que se les expliquen las enseñanzas más sencillas acerca de Dios. Parecen niños pequeños que no pueden comer alimentos sólidos, sino solo leche. Son como recién nacidos que no pueden distinguir entre lo bueno y lo malo. En cambio, los que pueden distinguir entre lo bueno y lo malo son como la gente adulta que ya pueden comer alimentos sólidos”.

Un estudio sobre la carta a los Hebreos, señala a los cristianos que no crecen como verdaderos “cristianos bonsái”, haciendo paralelo con esos arbolitos que los amarran con alambres desde chiquitos para que no crezcan y permanezcan enanos.

Quien crea que el camino de un cristiano es fácil se engaña: “porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7:14. Para perseverar y crecer en el camino cristiano necesitamos esa disciplina de atleta que nos permita controlar ese cuerpo que nos llama a complacerlo, que lucha contra el espíritu empujándonos a dar gusto a los sentidos.

Esa disciplina nos lleva a conocer el como transitar ese camino para llegar a la meta con éxito, nuestras propias experiencias mundanas nos indican que para obtener un objetivo se deben conocer los pasos a seguir, pero además practicarlos día tras día, hasta lograr la excelencia. Pablo describe la vida cristiana como una carrera en Timoteo 4:7, también Lucas en Hechos 13:25 y 20:24, y el autor de Hebreos en 11:1. Este último dice textualmente: “Despojémonos de todo peso del pecado que nos asedia y corramos la carrera que tenemos por delante”.

Es evidente que no todos corremos esa carrera a la misma velocidad ni con el mismo entrenamiento, muchos la ignoran y caminan por la vida sin mas horizonte que el mundo, pero nosotros que ya decidimos “meternos a atletas cristianos”, tenemos en la Biblia un buen instructivo de cómo hacer “para terminar bien la carrera”.

Pareciera que sólo las desgracias y las calamidades nos recuerdan lo efímeros, pequeños y vulnerables que somos, no esperemos un terremoto o tsunami para asegurar llegar a la meta de la vida eterna. Tenemos a mano un seguro que usted pagará aquí con fe y buenas obras, no espere a estar al borde del abismo para recurrir a Jesucristo, ¡hágalo hoy!

Autor: Helmut Schatte
Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo

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