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¿Cuánto sabe usted de ofertas engañosas?, ¿Nunca ha recibido una llamada telefónica, invitándolo a visitar un resort en “Tanganika” con gastos pagos por un fin de semana? ¿No ha recibido un correo electrónico de un supuesto banco africano anunciándole que hay 750.000 libras inglesas a su disposición? Engaño y mentira van juntos. Se complementan y conforman equipo. La oferta engañosa se parece al huevo podrido que por fuera se ve entero y pareciera estar bien, pero al abrirlo, salta la fetidez profunda de su putrefacción.

La oferta engañosa implica una actitud engañosa, esa que conforma el montaje, el andamiaje y la escenografía para ofrecer una cosa y entregar otra muy distinta. Oferta engañosa es promulgar una Constitución para irrespetarla y demoler por partes su columna vertebral. Actitud engañosa es ofrecer bases militares venezolanas a Rusia, para luego reclamar airadamente por igual oferta a los gringos por parte de Colombia, o proponer bloqueo comercial contra Honduras, en circunstancias de haber criticado el de Cuba.

Propuesta engañosa es la del “hombre nuevo”; diseñado y formado cual conejillo de laboratorio para que sea obediente y disciplinado a las órdenes de un líder de carne y hueso, por lo tanto imperfecto y pecador. Actitud engañosa es la que asumen algunos que se dicen cristianos, pero apoyan tesis basadas en el odio de clases, valorando al hombre sólo como agente de la economía, poniendo al individuo bajo el yugo del colectivo, renunciando a la libertad que Dios Padre le dio, todo en aras de un supuesto paraíso comunista donde en su utopía seremos iguales: ¿Podríamos serlo de verdad?, ¿cómo sería ese mundo del “todos iguales”? Que yo sepa, para el único que somos iguales es para Dios Padre.

Hay cristianos que se prestan para el engaño, pero un cristiano no debe adherirse a una doctrina opresora del prójimo (ni comunista ni neo-liberal), ni usar el odio como catalizador de procesos sociales, ni suscribir odio de clases, el verdadero hombre nuevo para el cristiano auténtico es aquel que resulta tras superar las debilidades de la carne, cultivando el espíritu, practicando el amor al prójimo como a sí mismo, controlando la lengua y sirviendo a sus semejantes… ¡Ese es un verdadero hombre nuevo! El que respeta a su cónyuge, al vecino, a sus padres, a sus hijos, el que no hace trampa, ni roba, que no miente, en resumen: el que transita por esta vida cumpliendo y poniendo por obra los estatutos puestos por Dios Padre.

Las ofertas engañosas -por excelencia- las hace Satanás, el príncipe del mal. Él, cuya existencia adoran algunos, otros niegan y unos cuantos ignoran, él, que abusa de los ingenuos que menosprecian su poder o esperan verlo vestido de cola, cachos, tridente y olor a azufre, él, acechando a los incautos que no saben que puede asumir el aspecto de mujer hermosa o de un hombre atractivo, de oportunidad de oro, de atajo fácil y expedito, él, está presente, tentando a los buenos para que se porten mal o al menos para que no hagan nada frente a su presencia. Ofertas engañosas son los responsables de poner a muchos ciudadanos en la estéril posición de “ni-ni”.

Autor: Helmut Schatte

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