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El ambiente hostil no sólo se refleja en la agresividad de los automovilistas, también está presente en la incertidumbre sobre si vendrá alguna “autoridad” acompañada por la fuerza pública a notificar que el negocio o propiedad han sido declarados de “ utilidad pública” y serán requisados, o si el Consejo Comunal investiga apartamentos desocupados o sub-ocupados en el condominio, o si la próxima Ley de Educación tendrá éxito en su intento de borrar toda educación religiosa de las escuelas para poner estudios de valores materialistas marxistas en su reemplazo, ¡es verdad!, en especial si se pone en riesgo lo que se obtuvo tras una vida de trabajo, por decisión arbitraria de una autoridad que más que justicia, lo que busca es saciar sus instintos de resentimiento.

Hay un pastor argentino, criticado por algunos por su postura ante quienes se lamentan por lo maligno del entorno general, él nos recuerda que “el mal sólo reina ante la ausencia del bien”, o sea que vivimos lamentándonos por la tanta basura alrededor, ¿de dónde viene esa basura?; es producida por quienes ven en cualquier actividad sólo la oportunidad de lucro personal, gente carente de valores morales, en especial del temor de Dios, para ellos el campo está libre, ¿dónde están los buenos con una propuesta diferente?, ¿dónde están los cineastas, los cantantes, los actores, los escritores, los políticos, en fin: los hombres buenos?.

La respuesta a esto viene con la historia de Jonás: Jonás, profeta de Jehová fue enviado a Nínive para predicar contra la maldad reinante, pero él se embarcó para Tarsis, en el trayecto vino una enorme tempestad que amenazaba con hundir el barco, los marineros con mucho miedo clamaban a sus dioses, mientras, Jonás había bajado al interior de la nave a dormir, en esto estaba cuando el capitán de la nave lo encontró y despertó diciendo : “¿Qué tienes dormilón?. Levántate y clama a tu Dios, quizá él tendrá compasión de nosotros y no pereceremos”. Jonás reconoció que el castigo venía por su desobediencia, por ello fue echado al mar y la tormenta cesó, fue tragado por un gran pez en cuyo interior permaneció durante tres días y tres noches, allí tomó conciencia de su desobediencia y oró a Dios prometiéndole cumplir su encomienda, fue arrojado a tierra donde pudo dirigirse a Nínive y lograr salvar a la ciudad de su destrucción total.

Los cristianos contemporáneos hemos asumido la misma actitud de Jonás; echándonos a dormir en medio de la tormenta, mientras los no creyentes, (los que navegan el buque), en las emergencias oran a sus peculiares dioses: poder, dinero, negocios, trabajo, lujuria, mezquindad, avaricia, revancha. No basta con orar, ni estar deprimido y asustado pidiéndole a Dios que “meta su mano”, nosotros mismos somos llamados a ser la mano de Dios, pero sólo si actuamos con fe profunda, con la fuerza que sólo él es capaz de dar, es preciso creer y demostrar en la práctica eso que repetimos como loros pero no ponemos por obra: “Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel a quien tú has provocado” (David a Goliat).

Autor: Helmut Schatte

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