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Actualmente el farisaísmo es la actitud predominante. Creo que su origen nace de la incredulidad en Dios y ésta, a su vez, en la soberbia del hombre expresada en su actitud autosuficiente, autosuficiencia por demás absurda que queda ridículamente al desnudo, toda vez que lo azota una calamidad pública o una desgracia personal. El hombre dice creer en Dios, pero no lo ve como padre. Muchos lo ignoran en circunstancias en las cuales, un padre normal desea que sus hijos crezcan y se desarrollen en el buen camino, gozándose sus triunfos, de la misma forma los hijos muestran, a través de su vida de adultos, la significación y la trascendencia de haber contado con padres amorosos. Otros, los malagradecidos, cumplen con eso de: “Cría cuervos y te sacarán los ojos”

Tenemos un padre maravilloso y lo ignoramos. La humanidad entera tiene un padre que nos hizo “a su imagen y semejanza”. En esto, la mayoría de las religiones están de acuerdo. Si ese es el caso, ¿por qué nos acordamos de él, sólo cuando estamos en dificultades o enfrentamos una situación extrema de dolor o de terror? ¿Qué hombre habrá de vosotros, si un hijo le pide pan? ¿Le dará una piedra? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro padre que está en los cielos, os dará buenas cosas a los que os pidan? (Mateo 7: 9,11) El hombre descubrió la ciencia y cree que, a través de ella, puede encontrar explicación a todo, desconociendo que la ciencia sólo muestra el orden impuesto por el creador.

Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, tras hacerlo, se toma la cabeza a dos manos, preguntándose: ¿Por qué me sucede esto? Insiste en algo para lo cual no estamos dotados, olvidando que cada quien fue creado con habilidades y dones específicos, debiendo consultar con el “fabricante” para saberlo, pero no lo hacemos, optamos, más bien, por sentirnos sabios en nuestra propia necedad.

Vivimos en un país dividido en dos toletes, al parecer, irreconciliables, al punto de algunos proclamar: “Patria, socialismo o muerte”. La muerte es la herramienta favorita de los fanáticos ciegos. La única salida está en volver a los estatutos del creador. Gobernantes y gobernados, deberíamos recordar lo dicho en Proverbios: “El temor de Dios es aborrecer el mal. La soberbia y la arrogancia, el mal camino y la boca perversa aborrezco”. “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra. Mas con los humildes está la sabiduría”.

“En cuanto al terror que infundías, te ha engañado la soberbia de tu corazón; tú que vives en las hendiduras de las peñas, que ocupas la cumbre del monte. Aunque hagas tu nido tan alto como el del águila, de allí te bajaré, dice el Señor” (Jeremías 49:16)

“Seis cosas aborrece Dios y aún siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras y el que siembra la discordia entre hermanos”. Proverbios 16: 16-19. El que tenga oídos que oiga.

Autor: Helmut Schatte

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