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¿Golpe de Espada o Medicina?

Proverbios 10: 19

“En las muchas palabras no falta pecado;
Mas el que refrena sus labios es prudente”


Hay momentos en la vida en donde las discusiones están a la orden del día, discusiones con tus amigos, discusiones en tu trabajo, discusiones en la universidad o colegio, discusiones en la misma familia y hasta discusiones entre los mismos hermanos en Cristo, pero ¿Será que las discusiones traen provecho?

Cuando me refiero a discusión no hablo de una clase de discusión sana que lleva a la aclaración de las cosas o al aumentar los conocimientos, sino aquella acción que nace de la negativa de una persona hacia la otra por algún aspecto, palabra o hecho. En pocas palabras a aquellas palabras que provocan hablar de mas porque estas enojado o en desacuerdo de una manera airada sobre algo o con alguien.

Hay personas que les gusta discutir por todo, desde porque no esta bien cerrada la puerta, hasta porque al café le falta una cucharadita de azúcar. La verdad es que hay personas difíciles de sobre llevar ya que tienen un carácter un poco fuerte que lleve a la consecuente discusión por todo y en todo.


Todos en algún momento de la vida hemos experimentado y vamos a experimentar discusiones, nadie esta exento de no enojarse, pero lo malo no esta tanto en estar en desacuerdo con algo o alguien, sino en la forma que lo expresas.

Proverbios que es un libro de sabiduría nos enseña que en las muchas palabras no falta el pecado, pues es tan cierto que cuando nos enojamos y discutimos decimos cosas que fluyeron por nuestro estado de ánimo alterado y no porque realmente lo sentíamos.

¿Cuántas veces en una discusión hemos herido a alguien por no saber manejar nuestro estado de animo?, ¿Cuántas veces hemos permitido que las muchas palabras salgan y salgan, sin percatarnos que las consecuencias de ellas serán terribles?, bien dice la Biblia que la lengua es un miembro pequeño pero capaz de encender grandes fuegos.

Y es que no podemos negar que cuando llegamos a un estado en donde los ánimos están caldeados es muy difícil no soltar el palabrerillo que daña, pero es ahí en donde en el proverbista llama PRUDENTE al que refrena su lengua.

¿Cuánta prudencia necesitamos en nuestro diario vivir?, sin duda que si la necesitamos, porque no se trata de dañar a las personas con nuestras palabras, más aun cuando somos hijos del Dios viviente, sino que nuestras palabras tendrían que ser medicina en lugar de veneno.

Proverbios 12: 18 dice: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina”.

Que lindo seria que cada uno de nosotros entendiera que para discutir se necesitan dos y que nosotros como hijos de Dios no deberíamos prestarnos a tal. Que nuestras palabras en lugar de golpes de espada puedan ser medicina para el alma, que de nuestra boca salgan palabras que apacigüen el momento y no que lo enciendan.

Yo se que es difícil quedarse callado en las discusiones, mas aun es difícil dar nuestro brazo a torcer, pero es ahí en donde realmente se demuestra que ya no somos los mismos, que Cristo a cambiado nuestro ser, que ahora ya no vivo yo, mas Cristo vive en mi. Es ahí en donde se demuestra realmente quien es un verdadero seguidor de Cristo, pues el seguidor de Cristo tratará de evitar las discusiones airosas y lejos de dar golpes de espada con sus palabras tratara de ser medicina.

Amados hermanos, la lucha con nuestro carácter y con nuestro orgullo es a diario, pero de nosotros depende sosegar a nuestro viejo hombre que no se quiere quedar callado ante la ofensa o ante la discusión, pero te aseguro que si eres prudente y evitas hablar mas de la cuenta, Jesús estará orgulloso de ti, mas allá de dar nuestro brazo a torcer o dejar aun lado nuestro orgullo tenemos que anteponer el hecho de querer agradar a aquel que agrado merece, hablo de Cristo Jesús Señor nuestro, quien nos ha llamado a una nueva vida, la cual no esta viciada conforme a los deseos de este mundo.


Para discutir se necesitan dos, pero mas allá de ser como golpes de espada con nuestras palabras, tratemos de tener una lengua que sea medicina para la discusión.


Autor: Enrique Monterroza
Tomado de: Reflexiones y Devocionales

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