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Me quedó en la mente eso de la concordancia que debe existir entre lo que se confiesa con la boca y lo que se hace, esa unidad de creer/obrar que a primera instancia luce como natural pero que la realidad diaria se nos muestra como el gran drama en toda la historia de la humanidad.

¿No ha conseguido usted a quien confiesa ser ingeniero o abogado, pero al ir a la consulta profesional viene la excusa argumentando: "¡Bueno!... me gradué como tal pero nunca ejercí la profesión”?, la pregunta cae de maduro: ¿es de verdad esa persona ingeniero o abogado?, ¿ser profesional se reduce a tener un papel que lo declare como tal?, en la vida del hombre: ¿qué es lo mas importante en su relación de pareja?... ¿la partida de matrimonio que los declara como marido y mujer?, ¿o el compromiso personal y auténtico entre los integrantes?, aquí podemos ver con claridad que lo mas importante, lo trascendente, lo verdaderamente vinculante es el compromiso; existiéndolo, el matrimonio es fuerte, la fidelidad es posible, también la confianza, la sinergia y el respeto, esto demuestra que la declaración formal en un papel es solo un ritual impuesto por razones de orden social en una sociedad incapacitada para ir mas allá que pedir una firma en un documento, pues no puede obligar a nadie a que sea y haga conforme a lo que declara tener en su corazón, he aquí donde reside el gran problema del hombre, actual, pasado y futuro si no hay cambio: son muy pocos los que reflejan en sus actos cotidianos lo que declaran pensar o lo que supone que sean por lo que dicen creer basados en “el bendito papel que lo nombra como jefe, juez, profesional, padre, madre, esposo, esposa o cualquier condición humana”, nuestro mundo está lleno de fariseos que proclaman en discursos floridos “lo que se debe hacer”, mas con sus actos proclaman “lo que no se debe hacer”.

Cada uno de nosotros, unos mas unos menos, caemos en la categoría de fariseos, empezando por el ejemplo que damos a nuestros hijos, desde la “inocente orden” dada al repicar el teléfono de contestar a quien lo solicite: “dile que no estoy”, hasta el mas grave y trascendente del que se queja de tanta corrupción y sin embargo “la paga o la cobra”, a cada rato, en cada rincón de nuestra vida encontramos a quienes viven haciendo “pequeñas trampas”, a quienes practican como costumbre las “mentiras blancas”, los que roban “cositas pequeñas” de la oficina, los que cobran “un poquito mas de lo justo”, los que alteran en “unos cuantos gramitos” las balanzas, los que creen que defraudar al banco o al seguro es un “pecado venial”, los que se declaran ser cristianos o católicos “a su manera”, los que son un “poco chismosos o un poquito criticones”, todos ellos deberían entender la célebre frase de Hamlet de “ser o no ser, ese es el asunto”.

Dios nos reclama integridad; creemos que podemos ser un poquito malos, como si tal costumbre no nos contaminara, por ello Jesucristo alguna vez nos increpó: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Elías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mi”.

Autor: Helmut Schatte Vera

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