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En el pasado escribí mucho sobre “los candidatos mayonesa”; refiriéndome a que muchos políticos se venden cual pote de mayonesa, cual producto alimenticio cuya debilidad reside en que no siempre coinciden calidad y presentación, pero con la expectativa creada en su promoción publicitaria que al no corresponder viene la decepción.

Muchas son las conexiones entre envase y contenido que son decisivas, por ello algunos productos remozan su imagen, pero algunos conservan su esencia original por sus buenas referencias. En otros casos la relación envase-contenido es muy íntima y determinante, como en la cerveza y el vino, aquí la cosa es digna de estudio: los expertos y catadores afirman que la cerveza en lata nunca sabrá igual al que viene en botella y en el caso de los vinos sucede otro tanto: el envase de vidrio está directamente relacionado con la calidad del contenido.

Hay un dicho sabio que dice que “el hábito no hace al monje”, lo que vendría a demostrar que en el caso de las personas “el envase tampoco hace el contenido”, pero algunos sí creen que un físico hermoso pone su contenido a valer, tampoco es menos cierto que muchas veces, tanto en productos de consumo como con las personas, el envase puede preservar o dañar al contenido; como asegurar hermeticidad para no descomponerse, en el caso humano también hay que cuidar que el envase no contamine el contenido con drogas, alcohol, tabaco, vicios, etc.

Ya que hemos llegado indefectiblemente a las personas y hablamos de envases y contenidos, debemos decidir qué somos: ¿solo envase? o ¿envase y contenido?, solo animales pensantes o un ser espiritual que tiene alma y que vive en un cuerpo animal, para los que piensan lo primero no hay mas que apariencia física y por ello consagran su vida a su aspecto exterior, otros, los cristianos, los que creemos que el hombre es un espíritu con alma que viven dentro de un cascarón que es el cuerpo, aspiramos a algo mas trascendente que vivir y morir como animales, he aquí que radica el gran dilema humano: esa alma que contiene mente, voluntad y emociones, que vive conectándose entre espíritu y cuerpo debe elegir entre dejarse gobernar por el cuerpo (sentidos), o por el espíritu que viene de Dios, optar entre una vida espiritual superior o una vida animal inferior, al tomar esa decisión es bueno recordar que el envase envejece y se deteriora para terminar pudriéndose en una tumba, en cambio quien cultiva el espíritu; aunque su envase igual se deteriore, su contenido dará el mejor de los frutos: se unirá al Creador en vida eterna, si es mentira; pues nada se perderá, solo se morirá igual que un perro, ¡mas nada!, pero si es verdad, la ganancia será majestuosa. Si se piensa detenidamente, es fácil concluir que mejor es invertir en las cosas de Dios que en cirujanos plásticos que remodelen transitoriamente ese envase que se deteriora día tras día.

“Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios” ( 1 Corintios 6:13a).

Autor: Helmut Schatte Vera

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