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Martes de juicio, 3 días antes de ser crucificado: Jesús condena públicamente la hipocresía del liderazgo judío.

* En Mateo 23:13–39 (paralelo en Lucas 11:37–54).

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Nuestro Señor, habiendo madrugado con Sus apóstoles, se dirige hacia Jerusalén desde Betania (donde pernoctó todas las noches de esta semana); una vez en la ciudad, se dirigió hacia el Templo, y mientras enseñaba a la multitud, los principales sacerdotes, escribas y los ancianos (fariseos) vinieron a Él (Mr. 11:27).

Después de relatarles la parábola de los labradores malvados y de ser interrogado por ellos, con justa furia, Jesús condena públicamente la hipocresía del clero judío. En lo que es, con creces, las palabras más incendiarias de Jesús (Mateo 23), escuchamos los 8 ayes pronunciados sobre ellos:

– Primer Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando" (v. 13).

– Segundo Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, y como por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación" (v. 14).

– Tercer Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros" (v. 15).

– Cuarto Ay:

"¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: «No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación»" (v. 16).

– Quinto Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas" (v. 23).

– Sexto Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno" (v. 25).

– Septimo Ay: 

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia" (v. 27).

– Octavo Ay:

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: «Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas». Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno?" (vv. 29-33).

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Este no era el tipo de Mesías que Israel esperaba, sin embargo, era el Mesías profetizado por la ley y los profetas: "Con el bieldo en Su mano, destruirá Su era" (Jeremías 15:7). Aunque desde la eternidad, la crucifixión de Cristo ya estaba sellada, con este acto desafiante, nuestro Señor selló Su muerte ante Su propio pueblo.

Con dolor, ira y tristeza, ese martes al acercarse la noche, cuando nuestro Señor regresaba a Betania con Sus apóstoles, desde el monte de los Olivos, viendo hacia la ciudad santa, se lamentó y proclamó:

– "¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa se os deja desierta. Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: «Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR»" (Mateo 37-39).

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¡¡¡Ven Israel, y reconoce a Tu Rey y Señor conmigo!!! Entonces, reinará la paz en el mundo y recuperarás tu gloria. Entienda quien pueda ...

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