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Amor es una de las tantas palabras con demasiadas interpretaciones humanas, partiendo desde el que cree poder cultivarlo por la fuerza hasta el que afirma que al ser amado no puede tocársele ni con el pétalo de una rosa.

Verdaderamente hay un sinfín de definiciones alternativas que pueden encajar para describir el amor, como también muchas otras que distan mucho de satisfacer una visión de la palabra en su sentido noble. La definición tradicional, sin ser completa, se aproxima bastante a algo aceptable: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Bueno es recalcar que por tratarse de un sentimiento humano, el hombre sí está consciente de necesitar un complemento para acercarse un poco a lo que llama felicidad, si se hubiese referido a Dios habría que quitarle lo de “propia insuficiencia y necesidad”. Dios no nos necesita, Dios es único y autosuficiente, pero como es la más pura expresión del amor busca la comunión con su creación, con toda ella, no sólo con el hombre, también con las bestias de la selva, los pájaros del aire, los peces del mar, las flores del campo, con los amaneceres y tormentas, en cada pincelada de su creación está reflejado su amor, su afecto por cada objeto y criatura creada. Si esto no fuere así, sencillamente nos habrían borrado del mapa hace tiempo.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). ¿Qué padre entrega a su hijo para que sea escarnecido, azotado, escupido, cacheteado y crucificado como Jesús?, todo para pagar la deuda del hombre que estaba desterrado, excluido como criatura de Dios por haber transgredido la normativa de su Creador.

¿Quién inventa una criatura para que lo ame sin caer en la egolatría? Él podría haberlo hecho, pero prefirió darnos libertad. De todo esto surge la primera conclusión: “amor a la fuerza no es amor, amor es libertad, no se impone, no se compra ni se alquila, sencillamente se da y se recibe sin condiciones”.

Dios nos creo libres. La mal llamada “Santa Inquisición” intentó rescatar al hombre para el amor de Dios persiguiéndolo y quemándolo brutalmente en públicas hogueras, la Unión Soviética la imitó “salvando a la fuerza” mediante la imposición del socialismo marxista en Europa del Este, a punta de bota y tanque. Ambos, Inquisición y comunismo han pasado a la historia como las más rotundas de las aberraciones. A nadie se le salva contra su voluntad, a nadie se le obliga a amar.

Quien tiene la seguridad sobre nuestra condición de transeúntes pasajeros, peregrinos en esta tierra, sabe que “la raíz de todos los males es el dinero, el cual, codiciando algunos, se extraviaron de la fe” (Romanos 6:10), codicia que se manifiesta como avaricia, envidia o resentimiento.

“Por qué no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” Timoteo: 7; el verdadero cristiano muestra su poder en amor y dominio propio.

Autor: Helmut Schatte
Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo

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