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Mucho tiempo tardé en entender que “la pared es mala porque los ladrillos son malos”, ¿como preparar buenas recetas con ingredientes dañados?, desde allí decidí dedicar la mayor parte de mi tiempo y espacio para intentar usarlos cual volante que cae en manos de un lector, a quien sin siquiera conocer intento hacerlo pensar sobre el frustrante peregrinar por distintos frentes en busca de un camino de edificación individual y colectiva.

Nunca me he resignado al pragmatismo surgido tras la caída del imperio comunista soviético, pareciera que el mundo de las ideas también murió al no existir contendores del mismo peso, tampoco me resigno a la resurrección de ese cadáver ya sepulto. Sigo apostando a que si logramos rescatar valores, si logramos que cada quién piense y actúe para bien, no serán necesarias revoluciones, ni decretos, ni leyes, ni reglamentos, sencillamente todo y todos funcionaríamos en armonía. Los cristianos tenemos una deuda con la humanidad: no hemos sabido promover las herramientas, los principios que sirvan como mecanismos prácticos y cotidianos de vida armónica, armónicas con uno mismo, con la pareja, con el vecino, con la comunidad, esas están contenidas en los principios Bíblicos, en esa Biblia a la cual muchos ven solo como un libro de lectura y relax y no como la guía individual y colectiva establecida por quien nos “fabricó”.

El Cristianismo es mucho más amplio que doctrinas basadas en Encíclicas Papales, ellas tocan problemas puntuales de acuerdo a las circunstancias que la rodearon, ser cristiano implica todo un estilo de vida, significa la verdadera búsqueda de un hombre realmente nuevo, que pueda deslastrarse de la ira, de la envidia, del odio, de todo lo que signifique dañarse a sí mismo y al prójimo, este hombre nuevo debe generarse desde el yo íntimo, expandiéndose hacia fuera, hacia la familia, la vecindad, el estado, el país y hasta el mundo.

Algunos creen que gobernar bien significa legislar sobre todas y cada una de las actividades del hombre; olvidan que toda ley, decreto o reglamento es letra muerta cuando quien es llamado a obedecerla no la reconoce como propia ni necesaria y por sobre todo no ajustada a valores morales; por ello no la respetará, ejemplos sobre normativas que nunca se cumplieron hay por cantidades, demasiadas ideas buenas y malas murieron de inanición.

El dicho popular dice que “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”; muchas disposiciones en leyes, decretos y reglamentos hechas por el hombre, algunas con buenas intenciones pasaron a ser letra muerta, y así sucederá toda vez que se crea que un hombre es portador de toda la verdad, el único infalible es Dios, el único que cambia la realidad dando ordenes es El.

El hombre fue dotado por su Creador con libre albedrío, por su estructura no acepta en su corazón lo que su intelecto rechaza, casos contrarios solo se presentan en los zoológicos, pero los zoológicos son para animales, no para personas. Aún así; hasta hay animales que no resisten vivir en cautiverio.

Autor: Helmut Schatte

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