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Adán fue el primer requerido a obedecer, como no lo hizo fue desterrado del Paraíso, condenado al trabajo, su mujer a parir con dolor y ambos a una vida mortal acechados por ese mal que quisieron conocer. Mas protuberante fue la desobediencia del pueblo de Israel, pueblo pequeño escogido por Jehová, por ello los sacó de la esclavitud en Egipto, demostró su poder ante Faraón, les permitió abrir el mar Rojo y el río Jordán, les sacó agua de una roca y maná del cielo para que se alimentaran, hasta tórtolas les dio para que comieran carne cuando se quejaron que querían comerla, así y todo viendo tanto milagro ese pueblo judío olvidó ese pacto tan excepcional de fidelidad con Dios para adorar otros dioses falsos toda vez que sus líderes volvían las espaldas, por ello anduvieron 40 años errantes por el desierto, luego fueron llevados cautivos y mas tarde dispersos en su gran mayoría. En general la historia del hombre, tanto en lo colectivo como individual, conforma ciclos de desobediencia, arrepentimiento y reincidencia, de traición a Dios, lo que no solo confirma la estupidez humana, también prueba la gran misericordia de Dios.

Son muchos los caminos que el hombre toma para llegar a Dios, pero no todos son correctos; algunos adoran dioses falsos, otros se van por las ramas y rinden culto a hombres que aunque tras una vida ejemplar siguiendo a Cristo, olvidan lo que el propio Jesucristo dijo: “nadie viene al Padre, sino por mí”, no todos los caminos conducen a Dios, pero solo El tiene el veredicto final, me imagino que muchos de los que viven juzgando a su prójimo se llevarían mayúscula sorpresa de llegar al Paraíso ante los huéspedes inesperados que encontrará.

Muchos de los que declaran amar a Dios no hablan de un dios de amor, aman a un dios extraño y violento que los manda a poner tropiezo a todo aquel que profese una creencia distinta, algunos de ellos van al extremo del fanatismo ciego, eso los lleva en su etapa terminal a la propia inmolación suicida, como fue lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 con el horrible ataque a las torres gemelas del World Trade Center, allí se inicia la nueva etapa de intolerancia, la misma que tuvo posterior expresión en Madrid y Londres: con el terrorismo de Al Qaeda la consigna es “hago daño a los tuyos, así sean civiles, mujeres, niños o ancianos, porque no piensas como yo, porque eres distinto a mi, porque no luces como yo, porque no vives como yo”. Intolerancia religiosa y política basada en posiciones fundamentalistas, sectarias y excluyentes.

Los Estados Unidos de Norteamérica desde sus inicios se caracterizó por la constante invocación de Dios en toda actividad y lugar, llegó a la cima del mundo en lo político, militar y económico, pero poco a poco se fue olvidando de Dios, olvidó su compromiso y lo establecido por la Palabra: “Pero si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé desde el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo”. El día 11 parece emblemático, ¿nos servirá de algo esa experiencia judía y norteamericana?.

Autor: Helmut Schatte

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