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Hay declaraciones de principios que se manosean y pulen a cada rato, pero los que lo practican demuestran no conocer siquiera su significado; no hay práctica cabal. “Moral y luces son nuestras primeras necesidades” es claro ejemplo, demasiada gente ha dado muestras evidentes de desconocer su significado, y no es pecado exclusivo de un grupo, son muchas las profesiones y actividades donde se hace gala de sus valores “éticos”, que en la práctica ejercen como fariseos: predican pero no practican.

El diccionario dice de ético: “Recto, conforme a la moral, Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”. El concepto se relaciona con la moral, pero lo moral para muchos es manipulable, de allí que permanezca en lo difuso e indefinido, como tantas cosas en la actualidad: la sexualidad, la obediencia, el respeto, la disciplina etc, todo eso que ha pasado a ser raro; en especial eso referente a lo que llamamos “valores morales”.

Existe un estrecho vínculo entre moral y ética, para mí la moral se refiere esencialmente a la lealtad que cada individuo tiene con los valores espirituales que declara sustentar, es decir; quien se declare cristiano y no vive de acuerdo a Cristo, sencillamente es un inmoral, lo mismo pasa con los que cacarean honestidad y en su vida muestran ser ladrones y corruptos.

Las palabras moralidad y ética están íntimamente amarradas, ambas escasas como práctica, la falta de integridad muestra la relatividad de la palabra del hombre; ser íntegro significa cumplir preceptos en todos sus términos, nadie puede ser por ejemplo “cristiano a su manera”, demócrata “a su manera”, justo “a su manera”, honesto “a su manera”, en el orden moral esas normas se relacionan con Dios, “el fabricante”, creador de todo lo visible e invisible, único personaje poseedor de la verdad absoluta, pero a quien el hombre en su propia estupidez pretende engañar inventando reglas propias y cumpliéndolas de paso a voluntad y discreción.

Si alguien declara ser temeroso de Dios pero sus actos se muestran contradictorios, erráticos, carente absoluta de reglas y preceptos, en este caso ya no se trata de inmoralidad, se está en presencia de una persona amoral, o sea sin principios morales, que ajusta todo su accionar a su propia conveniencia, tal personaje nunca será confiable ni para propios ni extraños, declararse católico o cristiano para luego abrazar ideologías humanas que fomentan el odio, la ira, las contiendas, las envidias, muestra que ese persona abraza los principios amorales del príncipe del mal: Satanás.

Nuestro paso por este mundo está sujeto a constante elección: vivir como ramita que arrastra el torrente, dejándose llevar por la moda, lo mundano, lo carnal, lo placentero, o recurrir a la normativa de fabricante: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).

Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo

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