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No resistí a la tentación de volver a escribir sobre el rescate de los 33 mineros de la mina San José en Chile. La operación de rescate no solo me mantuvo despierto por largas horas, también me mantiene emocionado al poder observar cómo la mano de Dios Padre ha obrado con este verdadero milagro.

Momentos de prolongadas emociones contenidas, seguidas por una explosión de alegría y alivio al comprobar cómo la operación en su fase crucial se desarrollaba con fluidez. ¡Gracias Dios Padre, tu mano se ha mostrado con nitidez en este milagro!

Saliendo el primero, aflojó la tensión y afloraron las lágrimas de alivio y gozo, el segundo: el locuaz del grupo, Mario Sepúlveda, no solo mostró sus condiciones de líder nato, también de especial sabiduría y control propio de quienes sienten la dirección del Todopoderoso: "Abajo estuve con Dios y con el diablo; ganó Dios", frase que se agrega a la ya famosa de "Es hora de que el mundo deje de ser rencoroso porque lo que ha pasado aquí es prueba suficiente que nos demuestra que Dios existe".

El infierno lo deben haber experimentado esos hombres los primeros 17 días, sin contacto con la superficie, con alimentos, bebida y ventilación restringidas al máximo. El equilibrio y la lucidez fueron posibles gracias a los personajes que ocuparon papeles protagonistas, como Yonni Barrios apodado “el doctor”; Mario Sepúlveda, pieza importante en las comunicaciones con el exterior, y lo fundamental: la fe en Dios infundida por José Henríquez y José Ojeda.

Muchos especulan con el número 33: treinta y tres mineros, la fecha 13.10.10 cuyos números sumados dan también 33, 33 años de vida de Jesucristo. Todas simples especulaciones. Lo concreto, lo real y verdadero se circunscribe a los testimonios: la familia Ávalos habló de las oraciones y de los cánticos de fe en el campamento, los rescatados que señalaron al cielo una vez puesto los pies en tierra, los que se hincaron y dieron gracias al Señor por su salvación, todo se une a las declaraciones del presidente chileno, quien reiteró sus agradecimientos a Dios por tamaño milagro.

¡Gloria Dios Padre!, nunca como ahora resuena el Salmo 95 cuando dice: "Porque Jehová es Dios grande, y rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas".

Ni en las entrañas de la tierra o del mar, ni en el espacio infinito, ningún lugar escapa a la presencia de Dios Padre. Quienes pretendan ignorar su presencia en nuestras vidas, los soberbios, deben tener en cuenta que: "Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de allí te derribaré, dice Jehová" (Abdías 1: 4)

Solo resta pedir a los hombres que reaccionen, que no puede ser que se necesite esclavitud, terremoto o confinamiento a 622 metros de profundidad para reconocer que debemos corregir rumbos y abandonar la soberbia, la vanidad y todas esas malas acciones que nos separan como hermanos y de Dios como hijos. Los mineros lo resumieron así: "¡Gracias Señor!".

Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo

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