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Tras la tragedia del 11 de septiembre de 2001 entrevistaron, en la TV norteamericana, a la hija del célebre predicador cristiano Billy Graham.

Un incrédulo entrevistador le preguntó: “¿Dónde estaba Dios al momento del ataque a las torres gemelas?” La respuesta fue precisa: “Igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas, siendo Él un caballero, se ha retirado tranquilamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y Su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?”.

Solemos acordarnos de Dios en las calamidades y desastres, enfermedades y angustias, cuando no encontramos salida, sin importar que para nada nos ha preocupado la existencia de injusticia, de los perseguidos y encarcelados, de la violencia, de la envidia, de la arbitrariedad, de los que proponen el matrimonio homosexual, de los patrocinantes del aborto, de los que sacan de las aulas los crucifijos y prohíben las oraciones. Nos olvidamos de Dios, pero le pedimos cuentas toda vez que nos va mal, toda vez que nos preguntamos por cuál razón nuestros hijos no saben distinguir entre el bien y el mal y viven entre el peligro de las drogas, del sexo promiscuo y del alcohol. Ignoramos a Dios cuando nos preguntamos por qué los hijos no saben distinguir entre lo que es de Dios y lo que es del hombre, cuando no se tiene conciencia de que se adora dioses falsos llamados “dinero, sexo, poder, posición social, etc”.

Existe una ley universal: “Se recoge lo que se siembra”, no se puede cosechar paz sembrando contienda, no se puede esperar amor si desparramamos odio. La gente manda a Dios a la basura pero a la hora de ver los resultados se pregunta dónde está que no actúa en nuestra defensa. La gente suele formar opinión leyendo periódicos o viendo televisión, creen en todo lo que les dicen o enseñan en la calle, pero no creen en la Biblia. Hay pornografía circulando libremente en cada kiosco y en cada calle, pero no es bien visto hablar de Dios en público, en las escuelas y en los lugares de trabajo, y entre los pocos que lo hacen, hay quienes manipulan su palabra en forma escandalosa y amañada.

Son populares los horóscopos, adivinas, brujas y, como última novedad, los santeros y los importados babalaos, ambos personajes, aprovechando la ignorancia reinante sobre la Biblia, engañan a incautos afirmando adorar el mismo dios, en circunstancias que entre sus “santos” se ocultan dioses africanos paganos y ritos primitivos y sanguinarios.

Tenemos una gran similitud con el pueblo israelita sacado de Egipto por Jehová, ellos también renegaban de su suerte y llegaron a pensar que era mejor volver a la antigua esclavitud de Egipto, nunca se preguntaron en qué se habían equivocado, en la razón por la cual Dios los castigaba con 40 años perdidos en el desierto.

¿Cuántos años le tocarán a Venezuela para que aprenda la lección?

Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo

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