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Dios no se ausenta bajo ninguna circunstancia, así y todo hemos escuchado a más de uno preguntarse “¿Dónde está Dios para que me pase esto a mi?”, cual reproche de “¿Dónde te has metido que no me ayudas?”. Él no abandona, él no es injusto, él es nuestro Padre, “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado le da una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11: 11).

El hombre vive “echándole la culpa a otros, personas o cosas” para justificar sus errores o desgracias. Algunos apelan a la suerte, al destino, a la pareja, al vecino, al mal tiempo, en fin … ¡a lo que tenga más a mano!, pero… ¿echarle la culpa a Dios?

En el nivel terrenal no les damos a hijos desobedientes, descariñados, mala conducta y faltos de respeto, lo que pidan. Los que sí lo hacen son aquellos que ceden para “sacárselos de encima” en forma irresponsable. Esta relación debe ser bidireccional, Dios es siempre bueno, tal “buen padre” merece un “buen hijo”, en nuestra vida terrenal sabemos cómo serlo, ¿por qué no con Dios?

A Dios no lo podemos engañar: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes bien, todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuentas” (Hebreos 4:13).

“Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo y andad en todo camino que os mande para que os vaya bien” (Jeremías 7: 23).

Jesucristo prometió: “De cierto, os digo, que todo cuanto pidieréis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16: 23).

“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

Dios nunca desaparece, sólo hay oportunidades para que nuestro mal comportamiento nos aleje de él, es como el sol en los días nublados que pese a estar presente, las nubes no permiten verlo. Esas “nubes” son nuestras malas acciones. Esto es válido tanto para los individuos como para los pueblos. Hay muchos angustiados por la situación del país, pero soslayan lo que aquí pasa: adoración al Dios dinero, idolatría a hombres, brujería, santería, paleros y cuanto acto de ocultismo se haya imaginado. “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Exodo 20: 5-6). “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).

Autor: Helmut Schatte
Escrito para: Ministerio Vivo Para Cristo y Diario El Tiempo

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