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La palabra ley, cuando se refiere a la ciencia, se define como la regla y norma constante e invariable que explica cualquier fenómeno físico, químico, matemático o biológico, nacida del estudio metódico que establece el por qué , el cómo y el cuándo suceden los eventos de la naturaleza. Cuando hablamos de leyes humanas, estas se refieren a los preceptos dictados por una autoridad competente, mediante la cual se manda, prohibe o permite algo, en consonancia con los principios de justicia, el buen convivir y el bien de los gobernados, dichos principios rectores en nuestro sistema democrático están establecidos en la Constitución, por ello la llamamos “la Madre de las Leyes”. Como todo en este mundo, estas leyes van acomodándose a las circunstancias históricas, sociales y económicas de una sociedad, incluso se puede afirmar que hasta las leyes de la ciencia han ido cambiando en la medida que se profundiza en el conocimiento científico del hombre.

Siendo la moral un concepto distinto, en nuestro mundo actual no ha escapado a eso de ser mutante, al menos eso marca la tradición humana pues usualmente se considera que todo lo que ayer estuvo reñido con la moral, no significa que también hoy lo esté, en diferencia con las leyes científicas o jurídicas, la moral en esencia se refiere al concepto de lo que es el bien y el mal, no pertenece al campo de los sentidos, es una apreciación del intelecto del hombre, por ello debería ser un valor absoluto e inamovible.

Aquí arranca uno de los problemas mayores de nuestras sociedades contemporáneas; pareciera que como hoy no tenemos esas diferencias claras, se maneja el concepto erróneo que un acto respaldado por una ley inventada por hombres es a la vez un acto de buena moralidad. Se piensa o tal vez se intenta hacer creer que una cosa conlleva a la otra, ignorando con esto algo fundamental: la moral se refiere fundamentalmente al concepto del bien y del mal, eso no muta ni cambia: matar, robar, adulterar, calumniar, enemistar, envidiar siguen siendo elementos reñidos con la buena moral para cualquier cultura. Quienes seguimos la fe cristiana agregamos a la lista: fornicación, celos, iras, herejías, lascivia, idolatría y hechicería, todos elementos inmutables que no deben ser confundidos con las modas, costumbres o rituales, para ejemplo esta la moda femenina cuya moral no se puede medir en los centímetros que tenga la falda o el escote, sino la intención con que se muestra el cuerpo, un vestido, un traje de baño o incluso una foto no es inmoral en sí misma, lo que sí puede juzgarse en el campo de lo moral es el fin con el que se usa.

Los cristianos, conscientes en que primero debemos obedecer a Dios, debemos confrontar los actos del hombre con el “manual de fabricante” que el Padre nos entregó: La Biblia, nuestra Constitución, yace sobre cualquier ley humana. Desobedecer esta orden hace fácil explicar el por qué el mundo rueda rumbo a su destrucción, pues aunque lo que se haga sea muy legal, sigue estando muy lejos de Dios.

Autor: Helmut Schatte
Escrito para: Ministerio Vivo Para Cristo y Diario El Tiempo

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