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Utilizando bien nuestra sabiduría

Eclesiastés 2:13

“Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas”.


El día de hoy me detengo a pensar en tantas personas que en su propia opinión se consideran muy sabias, pero les falta lo más importante, una relación y experiencia con el Señor.

“Ya que el principio de la sabiduría es el temor a Jehová”. Cuando el ser humano se ensoberbece y deja a Dios a un lado de su vida no está utilizando la sabiduría.

Cuando analizamos la vida de Salomón tuvo unos inicios tan buenos. Buscó primeramente la presencia de Dios, escogió la sabiduría antes que la riqueza y Dios le concedió lo mejor. Pero a medida que fue pasando el tiempo vemos en Salomón una transformación porque escogió los placeres de la vida. Prefirió el amor de las mujeres y su corazón se fue apartando de Dios. Y dice la Biblia que: “Engañoso es el corazón, más que vuestros pensamientos. ¿Quién lo conocerá?”

En este libro de Eclesiastés vemos la imagen proyectada de un hombre aburrido y cansado de los placeres de la vida. Un hombre que dice: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Un hombre que llega a muchas conclusiones sobre la vida debido a todas las experiencias que tuvo. Pero a pesar de todo su sabiduría fue intacta pues termina su discurso diciendo: “el fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”.

Cuando estemos en el cielo Dios no te preguntará lo inteligente que fuiste, cuánto sabías o conocimiento tenías. El examinará si le serviste, si fuiste fiel, si ayudaste a los demás. Si utilizaste la sabiduría que él te dio para el bienestar del prójimo y de su obra.

Ciertamente la sabiduría sobrepasa a la necedad, así como la claridad a la oscuridad.

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Copiapó, al norte de Santiago de Chile, mina San José. Allí se origina la noticia que ha golpeado fuertemente a la opinión pública mundial, no sólo por tratarse de una tragedia minera, sino porque tras más de tres semanas de incertidumbre, se consiguió a los 33 hombres vivos, cuando la esperanza parecía perdida y algunos pensaban que había que bajar los brazos y resignarse.

Se dice que la peor tortura es aquella implementada con mucha lentitud, sin violencia, persistente para quebrantar al más paciente, sin “chino” ni gotera interminable, ni palillos en los párpados ni focos de luz que impidan dormir; en la mina San José no hay nada de eso, pero hay un sótano -269, sin rampas ni ascensores, ni ventanas ni aire fresco, sin mañana ni pasado mañana, ni siquiera semana entrante, ni mes próximo, de allí el nombre para establecer el campamento “esperanza”.

Los invito a cerrar los ojos e imaginar por unos instantes cómo nos sentiríamos confinados a 700 metros bajo tierra, tras un derrumbe que cegó las vías normales de acceso, comunicándonos con la superficie por medio de una camarita que más parece laparoscópica, pensando en que no se sabe cuáles dificultades conseguirá la sonda, rogando porque no haya otro derrumbe, luchando por no dejarse arrastrar por la desesperación, intentando imaginar que los días, las semanas y los meses transcurrirán muy rápido, para que al fin, en un momento soñado y estelar, podamos volver al mundo real, llenar los pulmones de aire puro, abrazar esposa, hijos y madre, observar una vez más alba y atardecer, la brisa y las flores del desierto.

Pese a un presente adverso, la esperanza de un futuro mejor hace posible que no haya quebrantamiento ni falta de lucidez… ¡Caramba!, cómo todo esto se me asemeja a un paralelo espectacular con lo que debe ser la vida de un cristiano en esta tierra, acechado por peligros de enfermedades, vicios, riesgos, injusticias, humillaciones, situaciones que a muchos llevan a la desesperanza, pero nunca a aquellos que saben que hay una vida mejor “allá arriba, en el verdadero mundo real”, donde no habrá dolor, ni necesidades, ni quebrantos, ni preocupaciones, que para llegar allí sólo es preciso obedecer a quien nos envía la “sonda”, pues a través de esa sonda conseguiremos el alimento y la bebida que nos dará las fuerzas para resistir la oscuridad, la incertidumbre, la ansiedad, pero, para que todo resulte bien es preciso escuchar y obedecer las instrucciones que trae la sonda, con mucha fe en el que está trabajando en nuestro rescate.

Los cristianos tenemos nuestra “sonda”, la Biblia, un “sondeador”, Dios, que nos permite permanecer en la esperanza, Hebreos 8: 4-5 nos recuerda que nuestro mundo es como la mina, “sólo figura y sombra de las cosas celestiales” y en 4: 1-3 nos advierte que “sería una lástima que alguno de nosotros no pudiera recibir de Dios el descanso por desobediencia, los que creemos, perseverando en la fe, disfrutaremos de la paz y la tranquilidad que Dios nos ha prometido”.

Escrito para: Diario El Tiempo y Ministerio Vivo Para Cristo
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El mes pasado visité Nueva York, y estando ahí fui a visitar la zona Judía. La cultura Judía me llama mucho la atención, y cuando tengo la oportunidad me gusta platicar con aquellos que en muchas ocasiones son llamados “el pueblo escogido”. De manera muy personal pienso que muchas de las interrogantes que tenemos respecto a nuestro Cristianismo las podríamos resolver buscando en los inicios, porque como en todo; si deseamos saber el propósito de un plan, debemos de ir a la fuente.

Estando en esta zona conocí a uno de ellos y tuvimos una charla. El describió que no era fácil ser parte del “pueblo escogido”.

La gente me dice todo el tiempo “debe de ser grandioso ser parte del pueblo escogido”, pero la realidad es que en muchas ocasiones no es tan maravilloso ser parte de dicho pueblo, porque es difícil cumplir con los 613 mandamientos que tenemos. – El joven Judío dijo.

El joven Judío me describió que él está esperando al Mesías y que su pueblo anhela ese momento. En ese preciso momento lo pude sentir, sentí al Espíritu Santo responsado sobre mí. Susurrándome al oído: “ustedes son el pueblo escogido.”

Fue tan claro como el agua, Cristo es el Alfa y Omega. En el principio estaba Dios, después Adán y Eva, después Dios tomó al pueblo Judío y le nombró el pueblo escogido. Pero entonces, el verdadero regalo fue dado:

“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Juan 3:16 (Nueva Versión Internacional)

Tanto amó Dios al mundo que extendió su invitación, para que todo aquel que cree en el Hijo de Dios sea parte del “pueblo escogido” y tenga vida eterna. Esa es la más preciada dádiva que Dios ha ofrecido al mundo. Por gracia hemos sido justificados por la sangre derramada de Cristo, ya no más condenados por el peso de la ley y sus 613 mandamientos y redimidos de la muerte.

Nosotros somos “el pueblo escogido”, Cristo nos ha dado el anillo de compromiso en el Espíritu Santo, con el que trazo en nuestros corazones el camino del justo.

Querido hermano, ¿Estás glorificando a aquél que te redimió e hizo parte de su pueblo escogido, o tu linaje a quedado en el olvido?

Para estudio.- Estos son algunos de los versículos principales donde se confirma que Jesús es el Mesías:

Isaías 42,49,50 y 53

Tomado de: Devocionales Richy
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A la culpabilidad y su hermana gemela el fracaso, nadie las quiere a su cargo, eso quedó muy bien graficado en aquel libro que se vendió hasta en las esquinas: “La culpa la tiene la vaca”, cuya trama relata cómo la culpa sobre la mala calidad de las carteras colombianas va saltando desde el vendedor al fabricante de carteras, al suministrador de cueros, a la curtiembre, al matadero, al ganadero, y el ganadero como eslabón final se saca el bulto culpando nada más y nada menos que a la pobre vaca, lo que demuestra que a la hora de establecer culpabilidades (responsabilidades), nadie quiere asumirlas.

Es por demás lógico que nadie desee fracasar, todo el mundo quisiera vivir bien lejos de eso, pero los humanos somos recurrentes y el camino es para muchos un secreto indescifrable. Declaramos creer en axiomas indiscutibles, pero al momento de aplicarlos cae una amnesia impuesta por el subconsciente que dispara automáticamente el “piloto automático”, el cual ejecuta lo “de costumbre”, y lo de costumbre no siempre es lo bueno, por ello es que se repiten una y otra vez los mismos errores, con esto viene la frustración del fracaso, y con el fracaso la soberbia para buscar fuera de nuestra responsabilidad al culpable, olvidando con ello que “haciendo lo mismo, se obtienen siempre los mismos resultados”.

La gran mayoría parece creer que el éxito se limita a lo material, olvidando que algún día, más cercano de lo que imaginamos, vamos a morir y no podremos llevarnos las propiedades, los títulos ni las cuentas bancarias.

Paradójicamente vivimos como animales, olvidando algo que casi todo el mundo admite como cierto: que el hombre es mucho más que cuerpo físico, tenemos “algo” que nos diferencia del resto de los animales, a ese “algo” llamado alma donde residenciamos la mente, las emociones y la voluntad, y espíritu donde albergamos ese soplo divino que el Creador nos dio. Somos criaturas complejas, tan complejas que todavía la ciencia no nos conoce totalmente. ¿Quién será entonces el que nos conozca? La respuesta es lógica y sencilla: quien nos creó. Ahora, si usted sigue empecinado en verse como producto de la casualidad, siga equivocándose, siga buscando en la suerte la culpabilidad de todos sus errores, mientras los que creemos en Dios y su hijo Jesucristo acudimos a Él en busca de las instrucciones que nos dejó en el “Manual de Fabricante”: la Biblia.

Dios nos muestra el camino correcto, otro es quien actúa de apuntador para nuestras desgracias, tiene muchos nombres pero el personaje es el mismo: el cine le ha llamado “el lado oscuro”, otros Satanás, demonio, diablo, Lucifer, etc. Su oficio es el confundirnos, hacernos tragar mentiras, desorientarnos para que no reconozcamos nuestras culpas, para que extraviemos el camino que el Creador nos asignó.

“Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz”. (2 Corintios 11: 13-14).

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¿Qué seria sin Él?



2 Corintios 9: 15 Biblia Lenguaje Actual

“¡Gracias a Dios por lo que nos ha dado! ¡Es tan valioso que no hay palabras para describirlo!”

Cada día me doy cuenta que mi vida sin Él, no sería la misma, todo lo que a mi alrededor existe gira alrededor de Él, tiene toda mi mente y mi atención a diario, no puedo pensar algo que no tenga que ver con El, no puede hacer algo sin antes hacerlo participe, es algo maravilloso.

Mi vida esta cautiva totalmente por El, respiro, camino y pienso sobre lo mucho que me ama a pesar que no he hecho nada para merecerlo, y es allí en donde aparece una pregunta a mi mente que dice: ¿Qué sería mi vida sin Él?

Dios se ha convertido en mi vida, se ha convertido en el capitán de mi barca, el que sabe a perfección mis pensamientos e intenciones, sin El estoy muerto, pero con El viviré por siempre.

Aun recuerdo como que si fuera ayer el día que me otorgo su perdón, el día que me llamo y con cataratas de lágrimas me rendí a Él, ya no podía mas, mi vida no tenía sentido, mas El vino y le dio un sentido a toda mi vida, fue colocando cada pieza de tal forma que ahora mi vida es completa y más de lo que un día me imagine que podría ser.

Y es que no puedo negar que a pesar de mis errores y defectos, de los desiertos que he pasado, de las etapas de anonimato, de las situaciones que han sido muy fuertes para mi vida, sigo enamorado de Él y aun más agradecido porque mi vida sin Él, no sé qué seria.

Pero a pesar de que todos somos conscientes de que nuestra vida no sería la misma sin Él, muchos a través de las presiones de la vida, nos dejamos manipular y permitimos que el enemigo nos engañe haciéndonos creer que nuestra vieja vida era mejor que la actual, ¡Que Mentira!

El pueblo de Israel experimento esto, luego de ser liberados de la esclavitud de Egipto y en medio del desierto quisieron creer que estaban mejor en Egipto, siendo esclavos y no en ese desierto que los llevaría hacia la tierra prometida. (“Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos” Números 11:5)

Y es que a veces nuestra mente es una mente de esclavo, creemos que lo que nos ofrece el mundo es mejor que lo que Dios quiere para nuestra vida. Y es que no vamos a negar tampoco que los desiertos son duros y difíciles de pasar, ninguno de nosotros quisiéramos pasar por uno de ellos, si los pudiéramos esquivar sería perfecto, pero la vida no es así, pues el desierto tiene que existir para poder ser moldeados de tal manera que podamos heredar la tierra prometida siendo siervos y no esclavos.

¿Por qué estas pensando en retroceder?, ¿Por qué esos pensamientos de rendirte?, ¿Cómo se te ocurre que antes era mejor que ahora?, ¿Por qué sigues añorando lo que un día fue tu perdición?, ¿No es Dios suficiente para ti?, ¿Qué seria tu vida sin Él?

No te engañes, tú muy bien sabes que fuera de Él nada podemos hacer, tu bien sabes que la peor decisión que puedes tomar es alejarte de Él, ir en contra de lo que El quiere para tu vida.

¡Recapacita!, ¡Despierta!, date cuenta que ni en sueños tu vida sería mejor sin el Señor.


Tu vida no sería la misma sin Él, ¿Recuerdas esos momentos en los que no podías más?, ¿Quién te sostuvo?, ¿Recuerdas esa enfermedad que te azoto?, ¿Quién te sano y te restauro?, ¿Recuerda esa vez que necesitabas provisión?, ¿Quién fue quien la envió?, ¿Recuerda esa vez que llorabas a solas?, ¿Quién te consoló?, ¿Acaso no fue Dios?, ¿No fue Él quien siempre ha estado allí?, ¿No fue Él quien siempre ha tenido cuidado de ti?, ¿Por qué ahora piensas o estas meditando en alejarte?, ¡Basta!, no mas, tu no naciste para rendirte, ni para retroceder, tu eres un hijo de Dios, una hija de Dios, toma la posición que te pertenece y párate firme nuevamente, porque: ¿Qué seria tu vida sin Él?

Hoy es un buen día en el cual podamos darnos cuenta que nuestra vida sin El JAMAS seria la misma, que El le ha dado color a nuestra vida, le ha dado gozo verdadero, le ha dado el sentido que no tenia y sobre todo, nos ha llenado de su amor inmenso.

Hoy te pregunto:

¿Qué seria tu vida sin Él?

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Isaías 43:2

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”.

Se que estas conmigo Señor, desde aquel día que mi alma descanso en Ti. Me diste una razón para aferrarme a este mundo; grabando en mi corazón esa promesa.

Cuando finalmente tuve un aliado poderoso e invencible, cuando el Santo de Israel prometió protegerme y que la llama no me consumiría.

Quería que mi enemigo te conociera Señor, mostrarle tus credenciales, que se fuera para siempre y pregunté, ¿Cómo te presento Señor? Respondiste - Soy El que Soy.

A mi enemigo no le importó quien eras Señor, o Tu promesa, ¿Por qué no te temía?

Al contrario, redobló sus esfuerzos; me sitió y asedió con su danza de la guerra día y noche. ¡Consume a mi enemigo Señor!, clamé de nuevo desesperado. Jamás habría imaginado lo que respondiste esa madrugada en la que me diste un curso de milagros; Dijiste que mi enemigo tenía nombre “ego” y que no se iría, al menos en ésta vida.

Dijiste que él se encargaría de sabotearme, que él me infundiría miedo, que él me haría dudar, que él aborrecía tus planes y que él era la separación entre Tú y yo.

Pregunté ¿Cómo peleo contra él, Señor? Dijiste que con la promesa en mi corazón le hiciera frente, que cada vez que sintiera el miedo paralizador en el alma; ¡Tendría que avanzar! Que cada vez que plantase la semilla de la duda en mí; ¡Tendría que avanzar!

Y así el poder de su voz disminuiría pues el “ego” se alimenta de la duda y el miedo.

Dijiste que cada vez que te ofreciera en sacrificio ese miedo paralizador en el alma; mi Fe crecería. Y que si alguna vez estuviese a punto de rendirme; que mirase la promesa grabada en mi corazón “Isaías 43”, pues Tú has prometido hacer una vida de mí basada en esos párrafos y no descansaras hasta que lo cumplas.

¡Ohh Padre! recuerdo cuando alimentabas mi alma de Tú poder, no hay palabra que describa el gozo, esperanza y paz que sentía cuando leía:

“En medio de las llamas, no te quemarás, ni siquiera te chamuscaras”


¡Ahora veo Señor!, que mi único enemigo mora en mí, líbrame de mí mismo para darle vida a esa palabra grabada en mi corazón. Ayúdame a seguir entregándote en sacrificio ese “no puedo”, “no creo”, “tengo miedo”, “no lo merezco”, “tengo vergüenza”

¡Ahora conozco Tu corazón! y se que de tus labios solo sale verdad Señor. Y que no soltaras de la mano a éste siervo hasta que termines Tu obra.

¿Cuál es tu promesa hermano(a)? , ¿Le estas dando vida a esa palabra grabada en tu corazón?

!Pues hoy sabes que la distancia entre tú y la promesa se llama “ego”!

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